lunes, 10 de febrero de 2014

¿Cómo crear hijos felices y responsables?


Cuando los padres de familia inician la aventura de su paternidad, tienen en mente criar hijos obedientes, ordenados, constantes, responsables y felices. La mayoría de las veces, sueñan con formar profesionales de bien y personas íntegras. Sin embargo, al iniciar el camino por la niñez y, más adelante, por la adolescencia se dan cuenta de que no es tan fácil como parece.
El fomentar valores y virtudes en los hijos que los hagan personas de bien y felices es un camino que debe iniciarse desde los primeros años de vida.
Para que los niños logren alcanzar sus metas, sean exitosos y encuentren la felicidad, es necesario educarles la voluntad.

¿Cómo educar la voluntad?
De 1 a los 3 años de edad es la etapa ideal para formar la virtud del orden; de los 3 a los 6 años, la obediencia; de los 6 a los 9 la generosidad; de los 8 a los 12, la laboriosidad; de los 12 a los 15, la solidaridad; y de los 14 a los 18, la lealtad.
El aprovechar estos períodos sensitivos facilita la formación de virtudes y hábitos en la vida de los hijos. El orden puede iniciarse desde el primer año de edad, permitiendo al niño ayudar a guardar sus juguetes. La obediencia debe reforzarse a través de una comunicación eficaz que permita a los niños entender las conductas concretas que se esperan de ellos y poniéndoles las reglas claras para que ellos puedan obedecerlas.
La generosidad se enseña dándoles la oportunidad de ayudar a quienes les rodean. La laboriosidad pueden aprenderla a través del trabajo escolar o de responsabilidades en casa y recibir alguna remuneración por llevarlas a cabo. Entre los 12 y los 15 años es el período sensitivo de la solidaridad y ésta se logra por medio de situaciones sociales en las que enseñamos a los jóvenes a ponerse en los zapatos de los demás. Por último, la lealtad se logra a través del desarrollo de amistades sinceras y duraderas.
Lo importante es facilitarles situaciones y experiencias que les permitan desarrollar estos hábitos y virtudes, de preferencia durante la edad pertinente, para que éstas sean internalizadas.
El aprovechar los períodos sensitivos permite que el niño aprenda eficazmente ciertos hábitos y virtudes por la etapa en la que se encuentra en su desarrollo. Sin embargo, luego de poner en práctica una educación temprana, es necesario crear sinergía positiva en los hijos.
Por medio de la sinergía positiva se logra hacerle ver a los hijos sus errores, pero el énfasis se hace en la conducta deseada; de esta forma los niños la reforzarán, pues se muestran motivados y no se ve comprometida su autoestima.
La comunicación eficaz es otro ingrediente básico para lograr desarrollar la voluntad en los hijos. Para que el cerebro trabaje con eficacia deben darse tres premisas:
  1. Que reciba la información necesaria: si se desea promover una mejora personal en un hijo, debe comunicarle lo que se espera de él, dándole la información necesaria para que promueva un estímulo positivo en su próxima actuación.
  2. Que la reciba en condiciones adecuadas para su correcta asimilación: la alegría, la tranquilidad, la confianza, la delicadeza y el cariño son condiciones que favorecen la llegada de la información al cerebro para ser procesada.
  3. Que la procese correctamente, en la misma línea de los objetivos que se quieren obtener: para lograr cambios en la conducta de los hijos, es necesario no solo que la información sea procesada sino que estén adecuadamente motivados para que quieran hacer suya la información recibida y actúen.
 Para educar la voluntad también es necesario que los padres sean ejemplo. Ser ejemplo implica no solo tratar de hacer lo correcto, sino que, al momento de cometer errores, también tener la humildad de aceptarlos e intentar rectificarlos. Es involucrarse en los mismos objetivos que se les exigen a los hijos, al dar el ejemplo se debe ser coherente, no podemos pedir a los hijos que intenten hacer lo que los padres no hacen.
Se debe luchar juntos por mejorar y ayudarse unos a otros. Comprometerse como familia con objetivos comunes, para así apoyarse mutuamente y buscar siempre el ser mejores personas.
Por último, la educación de la voluntad es personalizada, no se puede pretender que todos los hijos sean iguales o aprendan de la misma forma. Estas recomendaciones deben adecuarse a la individualidad de cada hijo y por medio del respeto y el amor incondicional que se les tiene, intentar educar la voluntad para que en la vida logren desarrollar las herramientas, virtudes y hábitos necesarios para encontrar el éxito y la felicidad.

Sofía Quesada.
Licenciada en psicología educativa.
http://www.iniciativat.com/component/content/article/54-familia/1226-como-criar-hijos-felices-y-responsables-parte-1.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario